El próximo día 28 de marzo la A.F. Farallón de Tábata participará en un baile de piñata en el casino de Gáldar. La invitación ha sido realizada por la A.F.C. Surco y Arado
Antiguamente los Carnavales se celebran en nuestra tierra en las vísperas de la entrada de la Cuaresma (el Miércoles de Ceniza se inicia la Cuaresma). Pero se permitía la celebración del llamado Carnaval Chico o Carnaval de Piñata: era el primer domingo de Cuaresma.
Las mascaritas se vestían con ropas usadas de los familiares mayores. La mujer se vestía con ropas de hombres: pantalón, camisa, corbata, chaleco, chaqueta y sombrero; las manos a veces se las tapaban con un calcetín viejo. La cara la cubrían con una talega blanca, recortando el orificio de los ojos, la nariz y de la boca, o bien se colocaban un velo. Podía encontrarse alguna máscara con la ropa al revés, dando la sensación de que caminan hacia atrás. El hombre se vestía de mujer con chanclas, calcetines, medias estropeadas, faldas y blusas o trajes enteros, pañuelos en la cabeza, sombrera y cara cubierta igual que la mujer. Tanto uno como otro solían falsear la voz para que no les conocieran.
Se iban encontrando por los caminos en dirección al baile, donde aprovechaban para darse algunas bromas. Al llegar al lugar del baile, se reunían en el salón, los tocadores se colocaban en una esquina para amenizar el baile con parrandas de cuerda, a veces se oían acordeones o la presencia agradable de un violín, tocaban aires alegres que les
permitiera bailar en pareja (realidad poco habitual), se escuchaban isas, mazurcas, rancheras, pasodobles, joropos, rumbitas …
La piñata tenía un parecido con una naranja, a lo grande, cubierta de telas de colores y de la cual colgaban muchísimas cintas también de colores. Una de éstas abría el mecanismo por donde caían los objetos del interior, frutos secos, harina, caramelos, gofio, huevos, chucherías, algún ratón o conejo pequeño.
A la media noche, el mandador del baile anunciaba el Baile de Piñata. Las parejas empezaban a bailar girando en círculo en torno a la piñata. El mandador iba controlando el orden para que todas las parejas fueran tirando de las cintas, las cuales se iban colocando sobre los hombros a la mujer.
Cuando se rompía la piñata se terminaba de tocar la música. Era un honor pertenecer a la pareja que había roto la piñata. Se brindaba, solían bailar unas cuantas piezas más y se acababa el Carnaval.